Sinopsis

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Albert Lea, Minnesota. El verano golpea de lleno. Los días se dilatan. El asfalto cobra vida. Las noches pierden fuelle. Otro curso languidece. Nada es nuevo. La casa de los Townshend aguarda la llegada de tío Fred. En balde. Un percance inesperado propicia el cambio de planes. Nuevo rumbo estival, la costa este. Y hasta que llega el momento, las imágenes se agolpan en el retrovisor.

Harvey Townshend se siente en un punto intermedio. En mitad del camino. Sin señales indicadoras. A la entrada de una curva. Cerrada. Con escasa visibilidad. Peralte cambiado. Y final incierto. Necesita hacerse a un lado. Recuperar escenas. Atar cabos. Cobrar constancia. La suya es una historia reversible. Logró salir del pueblo, conoció alternativas, tuvo en su mano cortar amarras. Pero escogió el camino de vuelta. Al cajón de salida. A casa. Como él mismo dice, a su jodido lugar en el mundo.

En cierto modo, todos hemos nacido en Albert Lea. En algún pueblo remoto. En unas coordenadas imposibles de ubicar. Todos nos hemos enfrentado a situaciones sin estar preparados. A hechos inexplicables. A encrucijadas. Todos hemos sentido miedo. Todos hemos huido. Todos hemos tomado algún atajo. Todos nos hemos perdido.

Trazos en falso es un parte de sucesos. Una roca hecha pedazos. Un puñado de historias. Independientes. Conectadas. Minúsculas. Extraordinarias. Corrientes. Especiales. Antiguas. Actuales. Definitivas. Inconclusas. Historias de gente normal. Que vive en un pueblo normal. Que tiene sueños normales. Que se comporta de forma normal. O no.


Sinopsis del libro "Trazos en falso"
Javier Tortosa

Resistentes.

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Dicen que pocas cosas sobrecogen más que ver amanecer desde un hospital. Y probablemente sea cierto. A través del cristal doble, la ciudad se muestra lejana. Irreal. Inalcanzable. Las farolas bostezan con bruma. Los bares reparten raciones de vida. Los semáforos escupen en morse. Gente. Los ves ahí, sin darse cuenta. Sin percibir el momento. Y te apetece gritarles. ¡Hey! ¿Estáis locos? ¿Queréis problemas reales? ¡Aquí tenemos de eso! ¡Sonreíd! Sonreíd, maldita sea. Sonreíd. En esta misma planta, hace poco más de un año, pintaron bastos. Llegamos con un frasco de miel. Y lo cambiaron por un brebaje amargo. Fin. Adiós. Eso creímos al hacer la maleta. Al salir por la puerta. Pero tú no. Tú no andabas en esas. Tú tenías otros planes. Miro a través del cristal doble. El sol se despereza. Duermes. Voy a decirte una cosa. Creo que debes saberlo. En esta habitación no encontrarás triunfadores. Ni cabezas bien amuebladas. Estás rodeado de tarados. De duros de mollera. De testarudos. De nadadores río arriba. Sí, tienes razón. A ti, precisamente a ti. A ti, qué diablos voy yo a contarte.