Uffff, dice él.

Pincha antes de comenzar a leer.

Captan las imágenes más profundas del universo temprano. Dicho así, de buenas a primeras, podría parecer algo pretencioso por mi parte. Pero me estoy limitando a leer un titular. Uno diferente. Uno que no diga algo que ya conozco. El resto de la noticia se la pueden imaginar. Galaxias lejanas, gas de formación estelar, longitudes de onda milimétricas, imagen de campo profundo, tasa de formación de estrellas. Está muy bien esto. Lo del espacio exterior y tal. Es un poco como los buffets de los hoteles. Está todo ahí, tan bien colocado, tan bonito. Es imposible resistirse. Tienes la sensación de que, si no lo haces, estás dejando escapar una oportunidad. Total, está pagado. Pues con lo otro, igual. Con el tema de las estrellas, digo. Creer o no creer supone el mismo esfuerzo. Así que crees. Porque lo de comprender algo ya lo dejamos para otra ocasión. A mí, me sucede como al protagonista de una película que vi hace tiempo. En una escena, estaba tumbado sobre la hierba, junto a su chica. Junto a quien él pretendía que fuera su chica, más bien. Los dos mirando al cielo, silencio. Ufffff, dice él. Qué pasa, dice ella. ¿Te has fijado? dice él. En qué, dice ella. El Universo... es la hostia el Universo...

Click.

Pulsa antes de comenzar a leer.

Greta Zimmer es incapaz de contener las lágrimas. Como tantos otros. Como toda la ciudad este día. Los muchachos vuelven a casa. Los que pueden hacerlo. Los que han dado esquinazo a las malvas. A una bandera plegada. A su nombre en mármol blanco. Lo peor ha pasado. Los malos han perdido. Entre el clamor del gentío, George camina incrédulo. George Mendonsa. Marinero de reemplazo. Un chico de pueblo. Un tipo con suerte. Apenas seis meses antes, George no imaginaba algo parecido. Estar allí. Respirando. Vivo. Así que duda si todo aquello está sucediendo. Si realmente es él. Si no se trata de alguna broma pesada. Si se encuentra en la superficie o a dos metros bajo tierra. Piensa en pedir un buen pellizco. En que alguien le apriete fuerte. Hasta hacerle sentir dolor. Hasta certificar su presencia. Se dirige hacia Bobby Trucker, hermano de litera. Y entonces, entre miles de rostros, su mirada repara en ella. No lo piensa dos veces. Ni sabe muy bien qué diablos está haciendo. Se acerca. La agarra por el talle. Le planta un beso en los labios. Apenas diez segundos. Los suficientes para darse cuenta. De que está. De que es. La multitud le empuja hacia delante. Greta se pierde. Se diluye. Entre la música. Entre los gritos. Lo peor ha pasado. Los malos han perdido. Los buenos también.