Un poco peor.

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Logan Hunter actúa a conciencia. Sin prisa. Con dedicación. A cámara lenta. Sujeta firme el papel. Coloca las tijeras sobre la línea de puntos. Y recorta la pestaña. Técnica depurada. Precisión milimétrica. Nada que objetar. Good job. Logan Hunter es conserje en la pista de atletismo municipal. Su trabajo consiste en ver pasar a la gente. Hacia dentro. Y hacia afuera. Darles la bienvenida al llegar. Descontar la sesión de su bono. Y despedirlos al salir. Podría decirse que su margen de improvisación es ciertamente limitado. Casi nulo. Tendente a cero. Muchos pensarán que se trata de un trabajo deprimente. Vacío. Prescindible. Una mierda. Sin embargo, Logan no da muestras de estar amargado. Más bien al contrario. De hecho, sonríe. De forma perenne. Lo hace cuando entras. Y cuando abandonas la pista. Te mira a los ojos. Se toma un par de segundos. Y dibuja una media luna bajo sus narices ¡Suerte, muchacho! ¡Suerte, chica! Eso dice Logan Hunter. A todos. A cada uno. Sin excepción. Con sinceridad. Con el firme deseo de que se cumpla. Con la convicción de que vale la pena intentarlo. Yo también lo pienso. Creo que estas cosas son importantes. Tengo fe en los pequeños detalles. Llámenme iluso. Posiblemente estén en lo cierto. Pero no pierdo nada con ello. El día menos pensado, la tecnología llegará al estadio. Repartirán tarjetas. Dirán que son inteligentes. Colocarán una barrera. Cero sonrisas. Cero bienvenidas. Nadie reparará en nuestra estrella. Todo será distinto. Todo será peor. Un poco peor, al menos. A pesar de los informes. Del presupuesto. De la evidencia. De quien quiera que se empeñe en negarlo...

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