Un poco de todo.


Las sirenas continúan golpeando la cabeza. Los tacones no abandonan sus oídos. La puerta se cierra. Manos frías. Corazón congelado. Pupilas en llamas. Un corredor eterno hasta la cocina. No hay valor. Restos del desayuno. Zumo sobre las baldosas. La nevera entreabierta. Café sin aroma. Una cartera perdida. No hay respuestas.

Connie Allen apoya la espalda y se desliza hasta el suelo. Abraza sus tobillos. Trata de respirar. Cierra los ojos. Los abre. Sigue igual. No ha habido suerte. El día gira en sentido equivocado. Todo ha pasado a ser excepcional. Nada está en su sitio. Y no puede haber algo peor. Algo más triste que echarlo todo en falta. Cualquier cosa. Y ninguna en especial.

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