Una patada en las tripas.

Pulsa antes de comenzar a leer

(…) He estado leyendo a los filósofos. Son realmente tipos extraños, divertidos y alocados, jugadores. Descartes llegó y dijo: estos tipos nos han estado largando pura mierda. Dijo que las matemáticas eran el modelo de la verdad absoluta y autoevidente. El mecanismo. Luego llegó Hume, con su arranque contra la validez del conocimiento causal científico. Y luego, Kierkegaard: Introduzco el dedo en la existencia; no huele a nada. ¿Dónde estoy? Y luego llega Sartre, que afirmaba que la existencia era absurda. Adoro a estos tipos. Sacuden el mundo. ¿No les entrarían dolores de cabeza pensando así? ¿No les rugía una avalancha negra entre los dientes? Cuando agarras a estos tipos y los pones junto a los hombres que veo caminar por la calle, o comer en los cafés, o aparecer en la pantalla del televisor, la diferencia es tan grande que algo se retuerce dentro de mí, me da una patada en las tripas. 

Probablemente no me corte las uñas de los pies esta noche. No estoy loco pero tampoco estoy cuerdo. Bueno, no; puede que esté loco. De todas formas, hoy, cuando amanezca y lleguen las dos de la tarde, estaré en la primera carrera del último día de carreras en Del Mar. He apostado todos los días, en todas las carreras. Creo que ahora voy a irme a dormir, con mis uñas como cuchillas arañando las benditas sábanas. Buenas noches.

Charles Bukowski.
El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco.

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