The day he was born.

Pulsa antes de comenzar a leer.

El otoño de mil novecientos treinta y ocho fue especialmente frío en Albert Lea. En realidad, lo fue en todo el estado de Minnesota. Ni los más viejos recordaban una nevada de ese calibre. No al menos a principios de octubre. Nadie la esperaba. Llegó a pie cambiado y los encontró vacíos de provisiones, rebosantes de confianza. El pueblo quedó totalmente aislado durante una semana. El agua de las tuberías, congelada. Sin electricidad. Ni comunicaciones. La cosecha, perdida. El ganado, convertido en bloques de hielo. La fábrica de Lampard, con escarcha en los engranajes. Para echarse a temblar. Y no de frío precisamente.
 
En semejantes circunstancias, hay cosas que, puestos a elegir, conviene aplazar temporalmente. Hasta nuevo aviso, hasta que la cosa pinte menos negra. Pero en la granja de los Cochran se habían propuesto rizar el rizo. O alisarlo, ve tú a saber. Apenas dos minutos después de que la nieve alcanzara el metro de altura, Alice rompía aguas. Aquello comenzaba a prometer. Ni en la peor de las pesadillas. Pero no había otra. Así que Frank se puso manos a la obra. Mintió a su mujer acerca de experiencias previas y se encomendó a todo aquel que quisiera escucharle.
 
Hubo suerte, el pequeño Edward Raymon llegó al mundo sin demasiadas complicaciones. Concediendo las máximas facilidades. Como sabiendo que él también debía poner algo de su parte. Ya más tranquilos, los nuevos padres lo miraban sonrientes. Con emoción. Y alivio. Con sencillez campesina. Sin ser conscientes de que estaban asistiendo a un acontecimiento. De que acababa de comenzar algo más que la vida de su pequeño. De que había cambiado la Historia. De que había nacido el rock&roll...

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