Paul: Hola Auggie. ¿Cómo va todo?
Auggie: Hombre, hola. Qué alegría. ¿Qué deseas?
Paul: Dame dos cajitas de Schimmelpennincks. Y de
paso dame un mechero.
Auggie: Los chicos y yo manteníamos una discusión
filosófica sobre las mujeres y el tabaco.
Paul: Sí, bueno, supongo que todo proviene de la
reina Isabel.
Auggie: ¿La reina de Inglaterra?
Paul: Sí, pero no Isabel II, Isabel I. ¿Has oído hablar de sir Walter
Raleigh?
Cliente 1: Sí claro, el tipo que tiró su capa
sobre un charco.
Cliente 2: Yo, yo antes fumaba cigarrillos
Raleigh. Llevaban un cupón de regalo en cada paquete.
Paul: Pues, Walter Raleigh fue la persona que introdujo el tabaco en
Inglaterra. Y se convirtió en el favorito de la reina. Él la llamaba reina
Betsy. Fumar se puso de moda en la corte inglesa y seguro que la buena de Betsy
compartió más de un cigarro con sir Walter. Una vez, hizo una apuesta con ella:
dijo que podía determinar el peso del humo.
Cliente 2: ¿Se refiere a pesar el humo?
Paul: Exactamente, pesar el humo.
Cliente 1: Eso no se puede hacer, es como pesar
el aire.
Paul: Reconozco que es extraño, es casi como
pesar el alma de alguien, pero, sir Walter era un tipo hábil. Primero tomó un
cigarro entero y lo puso en una balanza y lo pesó. Luego lo encendió, se fumó
el cigarro cuidando que las cenizas cayeran en el platillo de la balanza. Cuando
lo terminó puso la colilla en la balanza junto con las cenizas. Después pesó lo
que había allí. Acto seguido restó esa cifra del peso obtenido previamente del
cigarro entero. La diferencia… era el peso del humo.
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