¡Vaya día
loco! No sé si quedarme quieta, cerrar los párpados o dejar que el sol inunde
la habitación. Cosas del cambio climático. El calentamiento global y todo eso.
He oído que los polos han comenzado a derretirse, el mar a subir su nivel y…
uuffff… ¡me agrieto sólo de pensarlo! En fin, esperemos que las aguas no
alcancen esta altura. La pobre del primero. Ésa sí que debe de estar empañada
de miedo.
Ahí viene
J. ¡Si yo cantara! Menudo golfo. Las veces que le he salvado el pescuezo.
Siempre pidiendo cobertura para humaredas clandestinas. V ábrete, V ciérrate, V
por aquí, V por allá. Y yo haciéndole caso. Lo reconozco, este crío es mi
debilidad. A pesar de la vida que me ha dado. Cinco veces me mandó a la lona.
En la última, fui durante unas horas carne de planta de reciclado. Gracias a P,
el conserje, oráculo del bricolaje. Hay que reconocer que tiene buenas manos.
Inversamente proporcionales a su cerebro. Y estaba loco por T. Como
agradecimiento, mientras me devolvía a la circulación, le regalé varias veces
su reflejo. No podía aspirar a mucho más.
CONTINUARÁ...
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