De par en par (II)

¿F? ¡Hola F! ¡EEEEEhh! Nada, marmota total. Odio estos días tan largos, me desespero. En invierno, antes de las seis, F ya está encendida. Ahora, entre las horas de sol y el ahorro impuesto, se pasa la mayor parte del tiempo durmiendo. Y yo, sin nadie con quien hablar. Ni siquiera con esta habitación. Lleva callada desde que M se marchó. Todavía me tiemblan las bisagras cuando lo recuerdo. Yo misma sentía cómo su vida se escapaba lentamente, traspasando los cristales. Creo que, de tanto mirar a través mío, no quedó nada de ella dentro de la casa. H no entendía por qué siempre quedaba un plato limpio después de la cena. Un año después se dio cuenta de que M ya no vivía aquí.

Pero las cosas no siempre sucedieron de esa manera. Recuerdo cuando me colocaron. Por entonces, esta habitación era una sala de estar, llena de libros, de discos, ¡hasta una máquina de escribir! Pobre Olivia, ¿dónde andará? Las últimas noticias suyas llegaron desde el trastero; creo que comparte estante con Vinilo, el giradiscos. Bien, como decía, la sala estaba llena de vida. ¡Vaya fiestas! ¡Menudas eran estas paredes!

CONTINUARÁ...

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