Trazos en falso. La banda sonora (IX).

Existen lugares que llegan a cobrar vida. Vida propia, quiero decir. Que lloran, que ríen, que respiran. Cada uno de nosotros tiene el suyo. Y cada cual sabrá sus razones. Algún suceso, largos periodos, evocaciones varias. O ninguna explicación. Explicación a simple vista, claro. Porque estoy seguro de que sí que la hay. Siempre. No me pidan más detalles, simplemente lo sé. Una ciudad, una calle, una playa, un árbol, una habitación, un coche, un bar, un pedazo de tierra, una roca. El de Harvey Townshend es un porche. El porche de su casa. De la casa que ahora es suya y antes albergó a su familia. En ese preciso lugar, justo en ese punto, Harvey percibe que todo cobra sentido. Siente que forma parte de algo, que para que él se encuentre ahí, escuchando la radio, mirando las hierbas secas, agitando el hielo en el vaso, han tenido que suceder infinidad de historias. Bueno, siendo sinceros, él no llega a esta conclusión. Pero sí que lo intuye de esa manera. Y estoy convencido de que Rose también lo hacía. Por eso apreciaba cada segundo de su existencia. Rose era la abuela de Harvey. En el relato, él piensa en ella sentado en su lugar especial. La añora, la admira, le gustaría verse reflejado en su imagen. Piensa que es un buen rastro a seguir. De fondo, un songwriter intenta convencer a una tal Mary para que renuncie a todo lo que no tiene. Se ofrece como su última oportunidad, su redención, su carretera. Harvey escucha el tema y le invaden los recuerdos. Visualiza a Rose, comparten algunos momentos, se despide de ella una vez más, la ve perderse calle abajo…

Con todos ustedes, Thunder Road, by Bruce Springsteen.

1 comentario:

Recomenzar dijo...

tu transparencia me encanta